Ni el sexo ni la muerte

“Ni el sol ni la muerte pueden mirarse fijamente”, escribió François dela Rochefoucauld. Y, cuando menos, esto los diferencia del sexo: pues pocos son los hombres y las mujeres que le temen y se privan de mirarlo fijamente. ¿Por qué, si me dispongo a hablar de la sexualidad, he pensado en en esta frase para titular mi libro? Tal vez porque lo esencial, también en el sexo, escapa a la mirada, o la ciega, en su perpetuo intento de fascinarla. El sexo es un sol; el amor, que procede de él, se recalienta o se consume. Y todos podríamos decir que somos amantes: no porque seamos los...