Las redes del amor

Cuando K llegó era noche cerrada. El pueblo estaba cubierto por una espesa capa de nieve. Del castillo no se podía ver nada, la niebla y la oscuridad lo rodeaban, ni siquiera el más débil rayo de luz delataba su presencia. K permaneció largo tiempo en el puente de madera que conducía desde la carretera principal al pueblo elevando su mirada hacia un vacío aparente. Se dedicó a buscar un alojamiento; en la posada aún estaban despiertos, el hostelero no tenía ninguna habitación para alquilar, pero permitió, sorprendido y confuso por el tardío huésped, que K durmiese en la sala...

Un hombre se ve asediado por la presencia de un muerto y por más que lo intenta no es capaz de quitárselo de encima.

A esta historia, así contada, presentada como Ceremonia y sacrificio de Guillermo Tell, la titulamos El sol apagado. Es una historia sobre el miedo y la entereza, sobre la dignidad y la rebeldía, sobre el compromiso y la responsabilidad, sobre la desaparición y la pérdida. Es, en fin, una historia de opresión que ha sucedido ya demasiadas veces. Pongamos que esta vez vuelve a suceder en la heladas cumbres suizas. O quizá más cerca.

A Sharine Kali, inconforme con su vida, se le presenta una oportunidad única de experimentar todo aquello que siempre había deseado. En el ir y venir de esta nueva aventura, tratará de revelar los misterios que la envuelven y deberá tomar una decisión antes de que su mente desvaríe por las circunstancias extraordinarias que vive.