Un té para curar el alma
Kosei-San vive su jubilación en una modesta y solitaria cabaña al borde de un acantilado en las Rocosas californianas. El anciano japonés no descansa: vigila las rocas barridas por el viento, ya que es el lugar elegido por muchos suicidas para arrojarse al otro lado de la vida. Cuando descubre a alguien caminando melancólicamente, sin cámara ni guía, hasta el borde del abismo, sale raudo a su encuentro. Habla con la persona y le ruega que comparta un té en su cabaña. A través de esta ceremonia, el viejo le calienta el ánimo mientras busca una salida que le permita reconciliarse con...