Malogro tenía el gesto suave y debía hacer esfuerzos para que no se le escapase una sonrisa. Sonrisa que intentaba evitar, pues no convenía a un ogro sonreír. Era un malo, un pésimo ogro. No como su hermano Lam, que tenía una isla para él solo. O como Orava, que tenía uno de esos coches caros, un Rolls Royce. Malogro Bradley es un ogro que no es como todos los ogros, ni tampoco como sus avarientos hermanos, dueños del banco más grande del mundo. Malogro cree que es malo, un mal ogro y una mala persona. Pero cuando sus hermanos le envían a una sucursal de Villagrande, su vida cambia ...