Manos atadas
Cuando comencé este trabajo, era muy excitante. Cada vez que le contaba a la gente que era una científica especializada en ejecutar experimentos sexuales, quedaban atónitos y querían conocer todos los detalles. No los culpo. Los detalles podían ser muy jugosos. Hablar de cuerpos sensuales entrelazados me encendía de sobremanera. Me quedaba frente a ellos, tomando notas en mi sujetapapeles, pretendiendo que solo los veía por mi interés en la investigación, pero por dentro sentía que me derretía. Pero después de un tiempo, viendo todo tipo de actividad sexual, me comenzó a aburrir...