Repositorio de Libros

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Libros de Kathleen Hope (4 libros)

Manos atadas

Libro Manos atadas

Cuando comencé este trabajo, era muy excitante. Cada vez que le contaba a la gente que era una científica especializada en ejecutar experimentos sexuales, quedaban atónitos y querían conocer todos los detalles. No los culpo. Los detalles podían ser muy jugosos. Hablar de cuerpos sensuales entrelazados me encendía de sobremanera. Me quedaba frente a ellos, tomando notas en mi sujetapapeles, pretendiendo que solo los veía por mi interés en la investigación, pero por dentro sentía que me derretía. Pero después de un tiempo, viendo todo tipo de actividad sexual, me comenzó a aburrir...

Un chico malo para una chica mala

Libro Un chico malo para una chica mala

“Entonces, ¿A dónde iremos de fiesta esta noche?” Mire a mi mejor amiga y compañera de banda, Érica. “Primero terminemos el show, ¿Está bien? Después festejaremos como las estrellas de rock que somos. Érica me sonrió. “¿Desde cuándo te preocupan los shows? Siempre estas lista”. Jalé mi cabello hacia atrás. “Sí, lo estoy. También tengo un poco de ganas, si sabes a lo que me refiero”. Asintió. “Claro que lo sé”. Se detuvo para aplicarse su labial rojo favorito. “Espera, qué pasó con JD, pensé que estaban bien”. ¿Acaso es una cana? De ninguna manera!...

Menage: Rodeo Nocturno

Libro Menage: Rodeo Nocturno

"Todavía no lo sabes, ¿verdad?" Los ojos de Michael se encontraron con los de ella, su mirada ardiente buscando la respuesta. "¿No sabes qué?", ​​Respondió Julia. Pero mientras hablaba, la mano de Michael llegó a la parte superior de su muslo y él se quedó allí. Julia no estaba segura de lo que la poseía en ese momento, pero no se apartó. En cambio, extendió los muslos ligeramente, lo suficiente como para hacerle saber a Michael que no quería que se detuviera. Nunca había sido tan valiente en su vida, alentando a un casi desconocido como este en medio de un campo vacío....

Salvando a Amy

Libro Salvando a Amy

—Amy, necesito que trabajes esta noche. Samira se reportó. Otra vez. Miré a la enfermera pediátrica principal. —Claro, Connie. Yo puedo hacer eso. Ella me dio una sonrisa de alivio. —Gracias. Te pregunté primero porque sabía que querrías las horas. «Te refieres a que no tengo una familia o una vida que se interponga en mi trabajo». —Sí, podría aprovechar las horas. —Estoy finalizando el cronograma para la próxima semana. Te daré sábado y domingo libre. ¿Qué te parece? «Tendrá que ser suficiente». —Gracias, Connie. Ella me dio unas palmaditas en el hombro....