Adorado John
Olfatea el aire, un olor a flores silvestres brota del monte y del suelo, pero él va más allá, al olor de la tierra, una hembra de crispada piel que espera, espera. Su paso enérgico hace eco en las profundidades, y hay un sensible estremecimiento. La tierra sabe. Ha llegado un hombre. Las huellas de ese hombre son las que sigue Victoria, huellas que, nítidas en un espejo, la harán vivir aventuras impensadas. Desde la mítica California de la fiebre del oro hasta la Argentina de tierras interminables, recorre vidas ajenas en escenarios exóticos o en la penumbra del cuarto compartido con ...