La novia del ahorcado
La noche se había vuelto tan fría para la capacidad sensorial del señor Goodchild que se estremeció. Comentó a la ligera, como excusándose: -Me da la impresión de que hay alguien caminando sobre mi tumba. -No –repuso el extraño anciano-. No hay nadie allí." El señor Goodchild y el señor Idle llevaban nada más que dos noches en el hotel cuando apareció un misterioso anciano en la puerta de la sala de estar. Lo que siguió fue una estremecedora historia de tortura, impotencia y una eterna necesidad de venganza. Dickens, en una ejemplar expresión de su talento por escribir tramas ...