En un ventoso día de febrero, la autora de Nunca te hagas librero, editora y escritora, negoció la compra de una librería en el ensanche coruñés creyendo que con su nueva adquisición completaba una trilogía de deseos. El asunto es sencillo: se equivocó. Y una vida de relativa tranquilidad se convirtió de la noche a la mañana en una estancia de larga duración en celda compartida con el conde de Montecristo. Las reflexiones contenidas en estas páginas sobre la lectura, los lectores, los libros, los libreros/as y las librerías, gracias al tono irónico que la autora aplica tanto a...